San Agustín, desde el Cielo
Yo soy San Agustín. Hoy me gustaría escribir este Prólogo para comunicar mi confesión a muchas personas en la tierra y sobre todo a las personas de fe. Gracias a las oraciones de mi madre, Mónica, yo pude vivir con Dios mientras estaba en la tierra, y aquí en el mundo espiritual, yo he recibido la asombrosa gracia divina de encontrar la nueva verdad y vivir con Dios en un lugar de gozo. Ahora para retribuir esta gracia, yo estoy escribiendo este segmento. Quizá éste escrito provocará muchas dudas y mucha curiosidad en ustedes. Cómo ustedes saben, yo no estoy viviendo más en la tierra, y con la ayuda de una mujer, me gustaría llevar a ustedes la realidad del mundo espiritual. Yo, Agustín, he cambiado completamente en el mundo espiritual después de despertar al Principio de Unificación. Mi conversión requirió muchos forcejeos y oraciones, pero ustedes tienen el beneficio de la era por la cual ustedes pueden resolver este problema de fe mientras están en la tierra. El Principio de Unificación es el evangelio eterno por el beneficio de la paz de la humanidad, traído a la luz a través de mucho sufrimiento y tormentosa dificultad. Nosotros tenemos un gran líder quién a lo largo de su vida ha caminado voluntariamente un tortuoso camino de espinas para el beneficio de la paz eterna de la humanidad. Por favor oren para descubrir quién es esta persona. Aquí en el mundo espiritual, yo lo he visto claramente, trabajando en forma humana rodeado por una luz brillante.
¡Personas de fe! El Mesías que ha de venir es ni más ni menos que el Reverendo Moon, los Padres Verdaderos del cielo y de la tierra. Averigüen cómo él ha vivido ochenta años de su vida y qué tarea providencial él está adelantando en la actualidad, y ustedes darán testimonio de una vida de la cual se ha estado esforzando todo el tiempo para el beneficio de la liberación de Dios y de la humanidad. Si ustedes viven su vida terrenal con preocupación exclusiva para su bienestar terrenal, ustedes perderán su hogar en el mundo de la eternidad. Ustedes no deben desperdiciar la preciosa oportunidad que tienen ahora. Todos ustedes se encontrarán en el futuro aquí en el mundo espiritual sin excepción. Pero no cualquiera puede venir aquí al hogar eterno, sólo aquellos que han hecho preparativos durante su vida en la tierra.
Por favor lean mis Confesiones cuidadosamente desde el Mundo Espiritual al extremo, y estudien el Principio de Unificación. Derrumben las paredes del corazón y las paredes de la religión y prepárense para su vida en la eternidad. Yo, Agustín, pienso que ésta es la vida más sabia que ustedes pueden vivir. Yo transmito este mensaje con un corazón sincero. Yo espero que todos ustedes puedan venir aquí y puedan encontrar a Dios con alegría.
La Vida de San Agustín en el Mundo Espiritual
(1) Entrando en el Mundo Espiritual
Yo estoy alegre que de ahora en adelante yo puedo escribir lo que yo quise en verdad escribir. Yo no pienso que haya muchos que en su vida terrenal piensan, reflexionan, esperan, y se preparan para el mundo después de la muerte. La ansiedad sobre el mundo invisible y miedo de la muerte debe ser sentimientos comunes para las personas con cuerpos físicos.
En la segunda mitad de mi vida, yo viví en temor de los misterios de Dios con fe absoluta y en esperanza para Dios. Porque yo tenía tal fe y esperanza, yo encontré mi muerte cómodamente, aunque yo no vi el mundo al que nosotros nos encabezamos después de la muerte claramente.
De ahora en adelante, me gustaría llevar tan en detalle como fuera posible la realidad del mundo espiritual que yo he experimentado, y espero que esto pueda beneficiar la vida de aquellos creyentes que me recuerdan.
Un día yo sentí que se estaba acercando el fin de mi vida en el cuerpo físico y el principio de mi vida como un espíritu. En ese momento, yo no reconocí mi muerte física, pero sentí un fenómeno espiritual misterioso levantándose en mi cuerpo. Con un corazón alegre, yo fui llevado por dos o tres mujeres guías para ingresar a una fila de muchas personas y permanecer allí tranquilamente. Mis guías estaban llevando ropas de luz azul cuyo brillo deslumbró mis ojos. Diciéndome que yo esperara tranquilamente en la fila ellas se fueron. La fila no se conectó en una dirección, sin embargo, mientras lo seguía, yo no podría ver en absoluto a donde las personas enfrente iban.
Había también muchas personas que estaban de pie detrás de mí, y la mayoría de ellos estaban calmados y cálidos. Sus ropas eran muy naturales y no tan coloridas. Aunque yo no podía ver donde iban las personas de adelante, ellos menguaron en número y mi turno estaba acercándose. Misteriosamente, incluso sin las guías, aquellos de adelante estaban entrando rápidamente en algún lugar. Finalmente, era mi turno. Mientras yo estaba dudando a dónde ir, de repente me sentí elevado en una corriente de viento.
Entonces yo vine a establecerme en un lugar; y yo llegué allí sin la ayuda de cualquier guía. Yo podía ver a muchas personas allí: había gente en una gran conferencia, personas comprometidas en un servicio del culto, personas que estudian en un lugar como una escuela, niños y adultos caminando juntos dando una vuelta aquí y allá, y así de esa forma. Yo quise saber donde estaba este lugar en la tierra, pero era incapaz de descubrir claramente dónde estaba yo. Ni yo supe dónde proceder. Dando una vuelta y mirando por un lado y otro, yo le pregunté a una mujer donde estaba ese lugar, y ella me miró diciéndome que aún yo no tenía que saberlo, después de la cual ella se fue. Sin saber dónde quedarme, no podía sino seguir preguntando alrededor del área. No sé cuántos días yo estuve allí de esta manera.
Un día, sin embargo, pasó algo extraño; una luz desconocida surgió, me envolvió y me levantó, y volé en el aire hacia algún lugar. En algún punto yo caí del aire como en paracaídas, al tiempo una misteriosa alegría y paz saltó a en mi corazón y yo empecé a buscar a Dios, gritando "Dios". Entonces, finalmente, yo pude oír la voz de Dios diciendo, "Quédate aquí de hoy en adelante."
Desde entonces, cosas misteriosas me empezaron a ocurrir. Cuando yo tenía una pregunta, la respuesta surgió rápidamente en mi mente, y cuando yo pensé en algo en mi mente, aparecía inmediatamente delante de mis ojos. Es más, cuando yo pensé sobre ir a algún lugar, mi cuerpo ya estaba moviéndose según ese pensamiento. Esto me hizo finalmente comprender que ésta no era la vida en la tierra. En ese momento, las situaciones del mundo invisible que yo vi aún estaban casi iguales que mis experiencias tenidas en la tierra, y así yo no pude distinguir entre mi vida con un cuerpo y mi vida como un espíritu. Así que yo tuve que preguntar a otros por eso. Yo vine a ver que aquellos alrededor de mí estaban sin cuerpo. Después de un rato - yo no sé cuánto tiempo pasó - yo preparé un lugar fijo simplemente como el único que yo había tenido en la tierra donde yo pudiera orar a Dios.
En este lugar, yo oré a Dios, preguntando, "¿Yo qué hago aquí, y cómo debo vivir?" Entonces, de repente, una luz luminosa apareció de todas las direcciones, y era como si las luces eléctricas de decenas de miles de voltios se hubieran encendido de repente. En tal atmósfera, yo oí una voz diciendo brevemente, "Tú eres tú. Así que ora para que tú te conviertas en mí."
Después de esto, la voz se calló. Pero yo no pude entender el significado de la voz, sin embargo yo pensé duramente. Así que yo oré a Dios: "Dios, ¿Qué quiere decir usted cuando dice, "Tú eres tú. Así ora para que te conviertas en mí?" Yo oré una y otra vez sobre esto. Entonces, un día, la voz reapareció en luz luminosa, diciendo, "Tú eres tu, Agustín. Ora para convertirte en Dios. Tú eres simplemente tú. Ahora, conviértete en alguien quien se quede con Dios." Después de la cual la oscuridad repletó el lugar. Mis ojos se llenaron de lágrimas antes de que yo me diera cuenta de esto. Lágrimas de arrepentimiento empezaron a fluir del fondo de mi corazón. Yo vine a comprender dentro de mí que mi servicio a Dios en el pasado había originado en mi arrogancia, y yo me arrepentí profundamente de esto. Este arrepentimiento era insuficiente. Yo no pude detener que surjan los remordimientos en que yo fallé en convertir uno con Dios debido a mi arrogancia y egoísmo. Yo empecé gritando, diciendo, "Dios, Por favor perdone mis errores. Por favor perdóneme.
Yo no supe cuántos días pasaron de semejante arrepentimiento. Yo sólo recuerdo que eso tomó mucho tiempo para purificar mi corazón. Dios no apareció a mí en este periodo. Yo resolví continuar orando y arrepentirme hasta que Dios viniera a estar conmigo. Yo continué orando y arrepintiéndome desde lo profundo de mis huesos, diciéndome, "Tú eres tú. Tú solo eres tú." Aunque yo había servido toda mi vida a Dios, Dios no podía estar conmigo.
Abril 24 de 2000