Cada uno de nosotros es un vaso para ser preparado y ofrecido a Dios durante nuestras vidas. Nosotros nacemos con una porción, grande o pequeño, las cuales debemos ofrecer a Dios según nuestras características únicas. La forma dada a cada individuo en el nacimiento es objeto de la alegría de Dios, ya para en el momento de nuestro nacimiento, nosotros estamos dando nuestra parte para ofrecer a Dios, y ésta es la forma en que Dios nos creó. Ahora, me gustaría presentar la vida de una monja que caminó un sendero espiritual a lo largo de toda su vida y que sirvió a Dios con toda su mente y cuerpo.
Ella nació de padres católicos. Su padre prometió firmemente a la Santa Madre que su hija seguiría el camino espiritual todos su vida desde el momento de su nacimiento. El resto de los miembros de su familia, sin embargo, vehementemente se opusieron a que ella tome el camino espiritual. Desde entonces, este fue un forcejeo familiar serio y así ella empezó su vida como una monja, y después de que ella se hizo monja sus padres y parientes se opusieron. Ellos la visitaron a menudo en el convento y intentaron persuadirla de dejar su seguimiento espiritual y que regresara a una vida normal. Así, su camino espiritual fue muy turbulento. Después de una larga lucha en su corazón, ella finalmente decidió dejar el convento y regresar a su familia. Sin embargo, en ese mismo día, la Santa Madre apareció ante ella y le dijo en lágrimas, "¡Hermana! ¿Te has olvidado de la promesa que hiciste conmigo? Cuando hice esta promesa contigo, yo le pedí a Dios que te cuidara para toda la vida. No importa cuán duro pueda ser el camino, este debe ser caminado por alguien." Luego, ella dijo sobre la aparición de la Santa Madre a los miembros de la familia y a sus parientes y pidió a ellos, diciendo: " Ésta es la voluntad de Dios. Así que por favor no intenten detenerme de irme de esta manera." Entonces, ella continuó su seria vida religiosa.
Aunque su familia y parientes se dolieron profundamente al ver que ella tome el camino escabroso de servir a Dios, ellos prometieron nunca más bloquear su camino. Diferente de otras personas, ella tenía una gracia especial y una misión dada directamente por Dios. Siempre que ella oraba a Dios, Su Espíritu Santo y luz, y la luz de gracia de la Santa Madre vino a ella, Dios y la Santa Madre enfatizaron la importancia de su misión.
Ante muchos seguidores creyentes, ella empezó a hacer varios milagros y señales a través de sanar por la gracia de la nueva palabra. Empapados en la doctrina católica, sin embargo, aquellos creyentes obstinadamente se negaron a aceptar la gracia de la nueva palabra y su trabajo de curación, causándole muchas luchas. La Santa Madre quería que ella curara el dolor de sus creyentes seguidores personalmente, y aún así la ley católica no aceptó el trabajo del espíritu santo a través de ella. Esto la obligó a mudarse a otro convento, y su trabajo de la nueva palabra y sanación fue empujado al trasfondo. Ella se embarcó entonces en una vida muy ardua de dar testimonio. En su vejez, ella dejó el convento y divagó a su alrededor, extendiendo el trabajo de curación y la nueva palabra de verdad de la Santa Madre, hasta que ella concluyó su vida terrenal y vino aquí al mundo espiritual.
Aquí, mientras estaba viviendo en el amor profundo de Dios y de la Santa Madrea, ella se arrepintió seriamente por no haber podido llevar la nueva verdad de Dios correctamente a muchos seguidores creyentes. Ella seguramente experimentó y determinó que el amor de Dios y de la Santa Madre es verdaderamente grande y puede trascender cualquier cosa en el cielo y la tierra. En la vida de fe, la ley existe para completar nuestro amor y no para obligarnos, las restricciones de la ley no son la voluntad original de Dios. Ahora todos los buscadores religiosos deben dejar de diferenciarse como un católico, protestante, o miembro de alguna otra denominación, deben abrazarse entre sí, y deben volverse uno respetando la singularidad de enseñanzas diferentes, y así regresar a la fe original que transciende facción religiosa. Reconociendo que cada religión comparte una raíz común de bondad, ellos deben levantar una verdad que esté centrada en Dios como el único estándar para identificar lo bueno y lo malo. Nosotros debemos cambiar fundamentalmente nuestra actitud de fe, comprendiendo que todas las personas son hermanos y hermanas en el amor de Dios. Nosotros tenemos a Dios como el único objeto de nuestra fe, y nosotros debemos pensar profundamente sobre cómo nosotros podemos servir y asistir a Dios cuando nosotros venimos a vivir en el mundo eterno. Esto es lo que ella quiso claramente comunicar.
Aquí, ella siempre vive humildemente de acuerdo con las direcciones de la Santa Madre y a veces sirve a Jesús. Ella siempre intenta no desviarse de su posición como una monja. Para mí, su actitud es muy bonita; y lo que es más importante, es que ella estaba lo suficientemente pendiente para meterse en las vidas de sus fieles creyentes. Yo espero seriamente que a través de su recta actitud de fe, muchos protestantes y católicos puedan fortalecer el espíritu básico de fe.
El Mundo Donde la Mente y Cuerpo se vuelven Uno
En nuestra vida en la tierra, el problema de ropa, comida, y resguardo es importante, y aquello es solo para el crecimiento de nuestro cuerpo. Ustedes deben profundamente consideren lo que ustedes pueden hacer por el beneficio de la maduración de su mismo espíritu eterno. Actualmente, ¿no es nuestra vida terrenal como un sueño grandioso de primavera? Nosotros no podemos ignorar absolutamente los asuntos de nuestro espíritu, sólo porque no podemos verlo. Aquí, me gustaría presentar la vida de una monja que se involucró seriamente consigo misma y con angustió sobre la maduración de su espíritu a través de toda su vida de fe.
En su vida, ella no podía librarse de la agonía sobre el problema del "yo" físico y el "yo" espiritual, porque ella comprendió que seguir solo las necesidades corporales preocupaban a la mente, mientras que al considerando solo a la mente se aflige al cuerpo. Incapaz de resolverse este problema, ella tomó el camino del propósito religioso. Sin embargo, incluso a través de su vida religiosa, ella no pudo encontrar la respuesta, lo que la hizo esforzarse y cuestionarse si ella debe regresar al mundo.
Ella no pudo entender por qué Dios creó a los seres humanos en semejante forma tan infeliz. Un día, sin embargo ella sentía la calidez de Dios durante su oración y del cielo oyó una solemne voz diciendo, "yo soy Jehová quien es tu Padre y al mismo tiempo el Padre de toda la humanidad. Ahora tu estás viviendo en un mundo muy estrecho y momentáneo, pero en tu futuro hay un mundo donde puedes vivir en felicidad y abundancia. Pero tu no puedes venir a este mundo con tu cuerpo." Durante ese instante la monja estaba temblando.
Después de esto ella dejó de preocuparse por las cosas físicas, y con la comprensión que la vida terrenal es para madurar el espíritu, ella empezó una vida religiosa para preparar el ser interno para vivir en el mundo eterno. Aunque ella siempre tenía que esforzarse sobre su fracaso para unir mente y cuerpo, ella tomó la instrucción de Dios al corazón y devotamente llevó a cabo su cultivo del espíritu. No importaba cuánto ella trató en la tierra, ella no pudo unir fácilmente su mente y su cuerpo o desarrollar su espiritualidad a la madurez.
Según ella, sin embargo, cuando ella vino aquí al mundo espiritual, ella experimentó el amor de Dios en el que ella podría resolver los problemas que la habían preocupado en la tierra. Ella afirma que desde que el amor de Dios es omnipresente y omnipotente, se pueden resolver todos los problemas humanos. Por ejemplo, ella ha visto que a donde quiera que Dios va, todos los árboles y céspedes alrededor de Él hacen todos los tipos de esfuerzos para traerle alegría según sus únicas características y formas, y todas las personas alrededor de Él parecían calurosas, humildes, pacíficas, y felices, aunque no hubo alguien que les diera órdenes o interviniera en su vida. Todas sus actitudes estaban arraigadas en el amor de Dios, y como una pintura magnífica, sus mentes y cuerpos eran completamente unidos. Ella entendió que la fuerza conductora para la unidad de nuestra mente y cuerpo es exclusivamente el amor eterno de Dios, qué Él nos dio en el momento de nuestra creación.
La desunión de nuestras mentes y cuerpos es una distorsión de la forma original del ser humano. Por consiguiente, ella comprendió que una vida de fe y el cultivo espiritual es completamente necesaria para que nosotros recobremos nuestra imagen original. Lo que ella ha descubierto mientras observaba muchas cosas aquí es que los seres humanos se desviaron de la imagen original durante el proceso de su crecimiento.
Ella ha entendido claramente que el amor del infinito de Dios es el poder para superar cada barrera y resolverse cada problema. Todos nosotros deberíamos prepararnos completamente para la próxima vida para vivir allí eternamente en el seno del amor de Dios. Nosotros debemos hacer esfuerzos para nutrir a nuestro ser interno mientras nosotros tenemos nuestros cuerpos. Ésta fue la conclusión de la monja.
15 de mayo de 2000