VI. ORACION
Vuestro corazón, cuando oráis, debe ser tan sincero y profundo como el de un bebé que añora la leche de su madre cuando está hambriento.
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El método para orar es:
hacer que mi corazón sea como el corazón de Dios en los seis mil años de la restauración,
entender el corazón indescriptible de Jesús,
reconocer el curso de sufrimiento por el que el Padre ha tenido que ir para realizar la Voluntad de Dios,
pensar en la situación de los miembros de la Familia que están luchando por la Voluntad de Dios,
orar como una ofrenda centrada en las propias reflexiones y promesas.
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¿Acaso no hay muchas maneras de saludar en el mundo? Averiguad la forma de orar.
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Podemos distinguir dos tipos de oración, la que se hace por un individuo y la que se hace por un propósito público. Cuando el individuo al que va dirigida la oración no responde, su bendición pasa a vosotros, y cuando se ora por un propósito público, se reduce el tiempo del juicio.
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La oración es como una jarra de agua honda. El ambiente de la oración es como el aire que respiramos.
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Cuando oramos a Dios, debemos orar con un corazón puro como el de un niño cuando pide algo a su padre.
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Antes de orar por la Voluntad de Dios, separad fríamente el bien y el mal en vuestra mente y cuerpo. Orad estableciendo vuestra dignidad ante Dios.
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Hasta ahora hemos orado pidiendo la bendición de Dios, pero ha llegado el momento de orar: "quiero ofrecerte todo lo que tengo. Tómalo, por favor".
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Debéis ser capaces de emocionar a Dios. Cuando tengáis hambre, no oréis centrados en vosotros sino en Dios, y hacedlo de esta manera: "¡Padre! ¡Cuánta hambre habrán pasado Tus hijos yendo por el camino de la restauración hasta hoy! ¡Y qué triste has tenido que sentirte, Padre, al ver todo esto!".
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Mediante una vida de oración, haced que incluso vuestro rostro muestre el mérito espiritual. Si llegáis a controlar el mundo espiritual y ser expertos en el Principio, llegaréis a tener confianza en vosotros mismos.
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Orad mucho. Si oráis, aunque estéis solos, no sentiréis soledad en absoluto. La oración es como la respiración.
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Si oráis mucho seréis más brillantes espiritualmente, tendréis el poder de distinguir el bien y el mal, y vuestra sensibilidad se agudizará.
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Llevad una vida de oración. Mientras camináis, orad para vivir de acuerdo a la Palabra de Dios, y orad para que se haga parte de vuestra sangre y carne y se mueva dentro de vosotros.
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Si oráis por toda la humanidad más que por vosotros o por vuestra familia, el beneficio conseguido a través de las oraciones de toda la humanidad, vendrá a vosotros.
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Antes de orar debéis conseguir la paz en vuestro corazón.
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El "Padre" al que vosotros llamáis y el "Padre" al que yo llamo son iguales en nombre, pero diferentes en dimensión.
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Orad "Padre, quiero darlo todo a la humanidad, por tanto, ayúdame a ser capaz de hacerlo".
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En mi oración le pido a Dios que me permita unirme a El y servirle uniendo el cielo y la tierra. Nuestro pensamiento, ya estemos despiertos o dormidos, debe ser establecer una única soberanía, una única humanidad y un único territorio para Dios.
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La oración es el punto donde se concentra nuestra devoción.
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La oración no es el momento para sentirse orgullosos, sino el momento de presentar nuestra ofrenda. Debemos pedir a Dios que, como ofrenda, nos acepte a cambio de Su alegría.
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Cuando sea el momento de orar no debemos hacerlo centrados en nosotros mismos, sino centrados en el corazón de Dios que ha venido realizando la larga historia de la dispensación.
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Debemos orar por la gente más que por las cosas materiales. Si queréis orar por cosas materiales, hacedlo después de haber establecido como condición el haber ofrecido todo lo que tenéis.
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A veces tengo miedo de que se realice el contenido de mis oraciones. Si se cumple lo que pido, temo que la conexión con el Cielo termine en un momento dado, pero si no se cumple, sé que Dios seguirá aferrado a la Iglesia de Unificación.
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Debemos ser capaces de recibir inspiración al escuchar nuestra propia voz en la oración, y esto llegará a ser una fuente de bendición.
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En la oración debemos primero despertar nuestro corazón y, a través de él, preparar el camino para orar. De esta manera, la divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo podrá relacionarse con nuestro corazón.
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La oración debe estar acompañada de sacrificio y devoción.
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Debemos orar tres veces al día por los miembros de la iglesia. Especialmente debemos orar al amanecer.
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Si llevamos una vida de profunda oración, nuestro espíritu se irá ensanchando como las ondas del sonido.
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Antes de evaluar a los miembros de la Familia, debemos orar por ellos. Y para ello, debemos crear un vacío en nosotros mismos.
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Debemos sentir que la fuerza con la que llamamos al "Padre Celestial" es mucho mayor que la empleada por muchos religiosos y hombres justos. Debemos orar de forma que podamos sentir que Dios está escuchando sólo nuestras palabras.
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Si oráis: "voy a perseverar", recibiréis energía.
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¿Ha habido un pueblo tan devoto que, habiendo orado una vez, haya esperado durante mil años?
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Dios quiere escuchar la oración confiada de un hombre valiente que está en una posición de completa soledad y gran riesgo.
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No seamos personas que reclaman lo que hemos dado. Oremos para que Dios nos dé algo después de miles de años. Olvidemos que hemos ayudado a los demás.
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¡Ofreced vuestro corazón sincero! Los padres que así lo hacen intuyen si sus hijos están sufriendo alguna desgracia cuando están fuera de casa.
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La habilidad ilumina un aspecto, pero un corazón sincero, como es el centro, puede iluminar mil aspectos.
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Los padres deben levantarse al amanecer, coger las manos de sus hijos y orar con lágrimas. Cuando los hijos lleguen a apreciarlo, se convertirá en una tradición.
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Cuando nos levantemos por la mañana temprano para orar, debemos saber oír el sonido de los latidos de nuestro corazón.
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Debéis orar para recibir una guía minuciosa. Tenéis que orar con todo vuestro corazón.
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El que nuestra oración se cumpla rápidamente o no, depende de si está, o no, de acuerdo con el propósito de Dios.
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Los líderes de la iglesia deben orar el doble de tiempo del que van a utilizar en su sermón.
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Una vida de oración es una vida de informar con franqueza.
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El lugar en el que hemos ofrecido nuestro corazón es el punto de comienzo del Reino de los Cielos.
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Soy una persona que evita orar en reuniones públicas. Es vergonzoso que una persona que no ofrece una dedicación sincera en su vida diaria, ore ante personas que están ofreciendo una mayor dedicación.
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Una dedicación sincera es más temible que el veneno.
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Serán recordados en la historia aquellos que ofrezcan su devoción más que su habilidad.
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Hay cuatro tipos de personas: norte, sur, este y oeste. Cada persona tiene un tiempo diferente para recibir la gracia divina en la oración.